jueves, 13 de septiembre de 2012

Etapa 6. Cáceres

10 de Julio de 2.012

Nos levantamos, preparamos y salimos rumbo al taller de bicis "El Pelín". Dejamos allí mi bici y nos vamos a buscar un buen sitio para desayunar. El señor de la pensión nos recomienda los churros de una churrería "muy barata y rica, ahí a la vuelta" -según sus palabras- que ni la barriga de mi hermano ni la mía están dispuestas a arriesgar que nos sienten bien (creo que es genética esa debilidad a las frituras que tenemos en casa). Así que nos vamos a una pastelería-panadería que vemos por el camino y allí desayunamos una riquísima tostada de jamón. Mi hermano, como es así de particular y va de antojo en antojo, después de desayunar y habernos leído todos los periódicos cacereños, extremeños y revistillas que pululaban por la tienda y, en vista de que no nos llamaba el chico de la bici, decide comerse encima un donuts artesano... así es él...
Pasa el tiempo y el chico del taller sigue sin llamar. Como ha quedado en llamarnos él y llevamos una hora y pico desayunando, decidimos dar un paseo por Cáceres (para vernos, ataviados de ciclista y con la bici de mi hermano cargada). Vamos a comprar al DÍA viendo que tocaba comer en un parque y, justo cuando estaba en la caja para pagar, me llama el chico del taller. Ohhhh... Tenemos que pasar el día en Cáceres... la bici tiene el eje del pedalier tocado y hay que cambiarlo, y lo peor es que la pieza no llega hasta mañana, no se sabe a qué hora...
Bueno, le comunico la noticia a mi hermano y decidimos volver a la pensión otra vez, soltar los bártulos y ponernos el traje de turista.
Casi sin darnos cuenta es la hora de almorzar. Decidimos seguir con el plan inicial de comer en el Parque del Príncipe. Es un parque metropolitano enorme y precioso. Dentro tiene una piscina y bastantes zonas verdes donde pasar la tarde tirados a la bartola... Más o menos lo que hicimos nosotros, que estuvimos todo el día dando vueltas por Cáceres con una flojera curiosa... En mi caso fue un cúmulo de todo... se empieza a notar el cansancio acumulado después de cinco días de pedaleo al parar; además, me puse con la regla ese día y estaba literalmente atontada. Poco nos reímos con un señor mayor que, vestido con ropa anti-deportiva al máximo -pantalón de vestir corto, con su cinturón y su polito metido por dentro; zapatillas de deporte de estas tipo J'Hayber, de las antiguas, y su gorrita...- nada más que hacía darle vueltas al parque corriendo -a un ritmo bastante bueno- como si no le cansara nada... vamos, el tío parecía que iba caminando... Mi hermano y yo pensando... "Hay que ver el viejo, enh? Nosotros aquí, unos porquerías, parece que nos han dejado caer desde un quinto... y el hombre ahí, dándole caña y encima vestío de bonito...!!"...
La tarde la pasamos en el casco antiguo. No era la primera vez que estaba en Cáceres (mi hermano sí) pero me pareció que no conocía absolutamente nada -a pesar de que es una ciudad súper pequeñita-. Todo nos gustaba y nos sorprendía, tanto edificio viejo perfectamente conservado, la pedazo de Plaza Mayor, el montón de callejuelas...
Casi por casualidad fuimos a parar a una plazoletita muy agradable, junto a la Iglesia de Santiago. Con unos aires bucólicos y bohemios que nos llama mucho la atención, nos tomamos una cervecita en la taberna "La Matilda". Echamos lo que queda de tarde allí, riéndonos y hablando de nuestras tonterías.
Poco después de anochecer decidimos volver a la pensión -no sin antes parar en un kebab, el instinto consumista de mi hermano le obliga :P- mañana nos espera un largo día.


Turismo por Cáceres. Qué ver / visitar.

Como estuvimos todo el día parados en Cáceres, directamente paso a hablar de las cosas que vimos y que pudimos disfrutar en esta pequeña pero hermosa ciudad.
En primer lugar, visita obligada merece el Parque del Príncipe. Como el taller de bicis estaba muy cerca, solo al pasar y verlo decidimos que queríamos pasar un rato allí, por eso echamos el almuerzo en plan picnic y estuvimos descansando hasta que se fue un poco el calor. De lo que más me gustó del parque fue la exposición de esculturas al aire libre; y no solo porque algunas eran llamativas y originales, sino por el lote de reír que nos dimos mi hermano y yo tratando de adivinar algunas que vaya telita... Por lo demás es un parque agradable, con bastante vegetación y animalitos (habían muchos pájaros) y para echar un rato agradable y desconectar al lado de la ciudad, la verdad es que viene muy bien.
Cuando nos decidimos levantar el campo fuimos primero a conocer la parte nueva de la ciudad. Desde el Paseo de Cánovas bajamos hacia la Plaza de América, y desde ahí caminamos por las avenidas de Alemania, Isabel de Monctezuma y Antonio Hurtado. Son avenidas de edificios, tiendas y negocios, así que nos tomamos un café cuando estuvimos cansados y continuamos caminando hacia la zona monumental.
Esta parte es impresionante. Camines por donde camines, hay algo que ver, algún edificio que fotografiar o algún detallito digno de recordar... Sin duda alguna, entiende el merecido reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad cuando se pasea por las calles del centro histórico de Cáceres.
Todo es digno de ver, la Plaza Mayor, el arco de la Estrella, la casa de los Becerra, la casa del Águila, la del Sol, la Iglesia de San Jorge, la Iglesia Concatedral de Santa María, la Iglesia de San Juan, la de San Mateo y un larguísimo etcétera que, por mucho que yo trate de describir aquí, todo se quedaría corto...
Personalmente me encantó la plaza de la Iglesia de San Jorge, donde nos tiramos sentados, simplemente viendo a la gente pasar, cerca de una hora. Es un sitio tranquilo y apacible y del que no te entran ganas de irte, a pesar de que lo único que tienes frente es un gran mazacote de ladrillos antiguos...
Nosotros no pudimos entrar en ningún museo por falta de tiempo, la verdad es que todo el día caminando no dio para más... pero seguro que un día más hubiera sido muy recomendable para sacarle a la ciudad todo el jugo que posee.
Además, para los que no disfruten tanto del turismo puramente cultural o arquitectónico, existen algunos rinconcitos con encanto, como la plaza de la Iglesia de Santiago, donde paramos a tomar una cerveza con la fresca; en los que poder disfrutar de momentos de evasión, de descanso o simplemente observar la vida de la ciudad, con una cervecita o un refrigerio en la mano y con la suerte de catar las maravillas gastronómicas extremeñas que te ponen gratis en todos (o al menos en los que nosotros estuvimos) los bares.

Para finalizar, enlazo algunas páginas web con los principales reclamos turísticos que ofrece la ciudad:

Me gustaría agradecer al chico del Taller de bicis "El Pelín" su amabilidad y lo bien que se portó. Además de que me regaló un bidón para la bici (sí, sí... vaya ciclista estoy hecha... salí sin bidón y sin bidón tenía pensado llegar...), nos atendió sin esperas, hizo cuanto estuvo en su mano por tenernos la bici cuando antes lista, la dejó fina y puesta a punto y encima ni siquiera nos cobró caro... Muchas gracias por todo.
Y también citar la pensión El César, cuyo enlace he adjuntado en el listado anterior, y que desde luego, si vuelvo alguna vez a Cáceres, no me plantearé buscar otro sitio. Cómodo, accesible, tranquilo, limpio y barato. Y el dueño, un encanto. Creo que no se puede pedir más...

Solo apretarse las calas que la próxima etapa nos lleva directamente a Grimaldo... Allí por fin nos encontramos con un compañero de camino con el que compartir batallitas...  Pero eso será en la próxima... así que ¡estad atentos! :)


No hay comentarios:

Publicar un comentario