sábado, 28 de abril de 2012

Torrijas ligeras!

Bueno, al igual un poquito tarde, pero voy a insertar la receta que va a inaugurar la categoría: Torrijas caseras, receta de mi madre... mmmmmm!! riquísimas!!
Lo cierto es que no suelen gustarme los dulces que no llevan chocolate... pero en Semana Santa tengo que hacer una enorme excepción... me encantan las torrijas, pestiños, hornazos, es inevitable.
Pero bueno, aparte de esto, como dietista, he de decir que los dulces de semana santa, obviamente, tomados con moderación y siempre caseros, no solo no son malos, sino que por el contrario, son bastante saludables y pueden incluirse sin miedo ni remordimientos dentro de una dieta variada y equilibrada (obviamente siempre que no se padezca sobrepeso, diabetes o cualquier otra patología que impida o restrinja el consumo de dulces); además, en esta época, estos dulces son ricos en ácidos grasos poli y monoinsaturados (de las almendras y aceite de oliva empleados en su elaboración, fundamentalmente) y con azúcares simples como la miel que, personalmente, la prefiero al azúcar (y de la cual ya hablaremos en algún que otro post). 
De todas formas, me propondré dar algunos consejos siempre en cada receta para tratar de hacerla más ligera alterando lo más mínimo o nada, a ser posible, el sabor original de la receta que se trate ;D
Pues bien, sin más preámbulos, me adentro en la elaboración de las riquísimas torrijas.

Para hacerlas (salieron unas 40 o así) necesitamos: 2 barras de pan rústico, mejor asentado de uno o dos días antes; 5-6 huevos, vino dulce, canela, aceite de oliva virgen y miel.

En primer lugar, cortamos el pan en rebanadas de unos 2 centímetros, aproximadamente.
Una vez tenemos el pan, cogemos dos platos, uno donde batiremos los huevos enteros, y otro para mezclar el vino dulce con la canela. 
Aquí tengo que hacer un inciso. Yo siempre utilizo vino dulce, así que ya no tengo por qué poner más azúcar, entre el vino y luego la miel, ya tienen bastante dulzor; ahora bien, si alguien quiere poner otro vino y añadirle azúcar, puede hacerlo... Está en cada uno.
Colocamos una sartén grande (yo utilizo el wok!! si los japoneses supieran el otro uso que le doy a su emblemática olla... :O) con abundante aceite de oliva virgen al fuego. Mientras, vamos pasando los trozos de pan primero, por el vino mezclado con canela, empapuchando bien el pan, que quede bien remojado, para que luego las torrijas no queden resecas por dentro, que para mi gusto es lo peor...; y luego por el huevo batido, procurando que queden bien empapadas.
Vamos friendo por tandas en el aceite bien caliente hasta que queden doraditas y las colocamos sobre una bandeja sobre papel absorbente para que escurran bien todo el aceite sobrante (recomiendo cambiar el papel al cabo del tiempo, porque sueltan bastante aceite, así conseguiremos torrijas menos aceitosas y por consiguiente, menos calóricas).

Ahí, friéndolas.
Una vez fritas todas, cogemos la miel y la rebajamos con un poco de agua (un dedito o dos, no más. Podemos meterla un rato en el microondas para que queden mezcladas).
En el mismo wok o en otro recipiente limpio vertemos la miel y la calentamos a fuego lento. Cuando esté bien caliente, pero siempre a fuego lento, vamos introduciendo las torrijas, dejándolas unos segundos de cada lado para que se impregnen bien en la miel.
Sacamos con cuidado y listas!! Se dejan enfriar en una bandeja y se guarda la miel en un tarro para ir bañando las torrijas a medida que se queden secas con los días (si es que aguantan!! ;D).


Bueno, y este es el resultado de mis torrijas... Espero que os guste!


Por último, un comentario nutricional. Aunque es cierto que las torrijas son un dulce calórico (no olvidemos que la repostería frita acumula muchas calorías procedentes en su mayor parte del aceite de la fritura), hay que indicar que, en su defensa, esas grasas son cardiosaludables. 
No obstante, se recomienda su consumo moderado siempre dentro de una dieta equilibrada y en raciones medianas, especialmente en estas fiestas en las que somos muy propensos a cometer abusos con la comida y la bebida.
Sin embargo, si su elaboración es casera, podemos asegurar un adecuado aporte de hidratos de carbono complejos (del pan), una buena fuente de proteínas de alto valor biológico (el huevo) y una excelente (aunque en mayor o menor medida excesiva) fuente de grasas monoinsaturadas cardiosaludables. Esto las hace un buen alimento para jóvenes y deportistas (proporcionan bastante energía e hidratos de carbono) y para el resto de la población que, en general, no tiene ningún problema que le impida llevar una dieta variada y equilibrada, siempre como digo, en raciones moderadas y con un consumo responsable. De nada sirve lanzarse a la elaboración de las súper torrijas ligeras y zamparse una después de almorzar, cuando para la merienda te vas a tomar un trozo de hornazo con un buen vaso de chocolate y antes de dormir te metes entre pecho y espalda un pestiño!! Así, por pequeños o ligeros que los hagas, no te quepa la menor duda de que engordarás, sin piedad!
Finalmente, para que nos hagamos una idea, según las cantidades que empleé para la elaboración de mis 40 torrijas, el valor nutricional de una unidad es el siguiente:

1 unidad = 60 g, aproximadamente (a mí me gustan que salgan pequeñitas)

Energía = 175 kcal
Proteínas = 3,3 g
Hidratos de Carbono = 18,4 g
Grasas = 9,8 g

Por último, unos consejos para conseguir unas torrijas más ligeras:
- No añadir azúcar al vino, puedo asegurar que con el dulzor del propio vino dulce y la miel que las baña ya quedan espectaculares!
- Escurrir bien sobre papel absorbente las torrijas después de freírlas y empapucharlas bien de vino y huevo, para que al freírlas no absorban más aceite del que necesitan para freírse.
- Rebajar la miel con un poco de agua, esto además de ayudar a que se enmelen bien, las hace más ligeras y menos pegajosas, lo que a mi gusto es una gran ventaja...

Espero que las disfrutéis.

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